El violeta volverá a inundar las calles de todo el planeta este martes 8 de Marzo, un color que «simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad» (Emmeline Pethiek, activista inglesa).
El manifiesto «Derechos para todas todos los días», del colectivo feminista de Rivas, Madrid, comienza así: «Las feministas tenemos un plan: vamos a cambiar el sistema. El feminismo tiene las herramientas y el espíritu combativo para acabar con todas las violencias generadas por la desigualdad. La lucha feminista que nos reúne hoy nos enseña a reconocer los gestos que sostienen el mundo, a reconocer la vulnerabilidad, la ternura y la interdependencia, a defender una igualdad radical que no acepta que haya unas vidas menos válidas que otras. Nos da una mirada política que identifica en el patriarcado, el capitalismo, el colonialismo y el extractivismo las causas de esta desigualdad y esta violencia. Nosotras vamos a cambiarlo todo».
Mientras, las compañeras de Clásicas y Modernas, nos recuerdan la necesidad de seguir reivindicando este día, porque «gracias a las masivas y maravillosas manifestaciones vividas en los últimos años -siempre alegres, siempre pacíficas- la sociedad española ha comprendido la fuerza del feminismo, la potencia que irradia su convicción. Y es que llegó nuestra hora, llegó la hora de que las mujeres de toda clase y condición, altas y bajas, universitarias y cajeras de supermercado, jóvenes y mayores, madres e hijas, creadoras y dependientas, amantes del mar y de la montaña, demostremos que es posible trabajar por un mundo menos competitivo y depredador, por otra forma de tratarnos entre todos, de compartir los recursos del planeta, de explorar la atracción entre los sexos sin humillar a nadie, de conquistar el futuro para las más jóvenes».
En «Feminismo contra la guerra en la guerra contra el feminismo», Irene Zugasti se pregunta, si en un 8 de marzo que «nos vuelve a encontrar blandiendo las pinturas de guerra, cargadas de munición y con el despliegue en marcha, con la certeza de que cualquier transformación social pasa por nosotras y por nuestros aliados en el frente, ¿nos hemos planteado como articular el feminismo de lo internacional? ¿Tenemos un discurso propio, crítico y consciente que ofrecer para interpretar el mundo y sus relaciones? Y, sobre todo, ¿Qué papel queremos jugar en esta escalada de violencia y de sufrimiento, que, como siempre, golpea con fuerza a las mismas, más allá de los tratados y de las fronteras?»
En este contexto, feministas rusas recuerdan que «la guerra es totalmente incompatible con los valores y principios del movimiento feminista. La guerra agrava la desigualdad de género y hace que los logros en la defensa de los derechos humanos durante las últimas décadas retrocedan. La guerra no solo conlleva violencia física, sino sexual: cómo nos muestra la historia, el riesgo de ser violada aumenta drásticamente durante la guerra para cualquier mujer. Por estas y muchas otras razones, las feministas rusas ven muy necesario posicionarse en cuanto a esta guerra que fue inicada por el gobierno de nuestro país» (lee el manifiesto completo aquí).
Por su parte, la Federación de Sindicatos de Periodistas, reclama este 8 de Marzo acciones urgentes para recuperar y mejorar las condiciones laborales y profesionales de las mujeres periodistas tras la Covid-19; insiste en la necesidad de luchar de manera contundente contra el acoso laboral a las periodistas, que se ha incrementado de manera alarmante en el mundo digital con ataques sexistas en las redes sociales; y pide a las administraciones públicas competentes que hagan un seguimiento de la implementación de los planes de igualdad en las empresas de medios de comunicación que estén obligadas por ley a aplicarlos, para que no queden en papel mojado o en una simple declaración de intenciones.
Periodistas andaluzas, han publicado un manifiesto audiovisual en el que recuerdan que «las mujeres periodistas necesitamos seguir alzando nuestra voz contra el techo de cristal que nos impide avanzar, contra la falta de políticas públicas que potencien la corresponsabilidad en los cuidados, o contra una estructura social que penaliza nuestra carrera profesional por el hecho de ser madres. Para nosotras son la gran mayoría de las redacciones de jornada y de los contratos temporales, y el paro nos afecta en mayor medida que a nuestros compañeros» (puedes verlo aquí).
LabCOMandalucía también quiere resaltar a todas aquellas mujeres que defienden el derecho a la vida a través de la producción de alimentos, de la agroecología y de los cuidados, así como el respeto y la protección de la Madre Tierra. En este sentido, el Manifiesto por un Feminismo de Hermanas de Tierra quiere poner en relevancia el hacer frente al ecocidio y al machismo que afrontan las sociedades: “Aquí hacemos frente, compartimos nuestros temores, dejamos a un lado el silencio. Reivindicamos que existen muchas maneras de habitar el territorio, muchas ruralidades que dialogan, que construyen, que cuidan y acogen. Una de hermanas de tierra: llena de feminismo y diversidad, de agroecología, de memoria, de interdependencia, esperanza y alegría”, recoge.